ALJINAJAS A BABOR: Diario de Bitácora
- Sábado, 25 de junio.
Melilla, ejemplo de convivencia y mestizaje, es una ciudad de origen fenício con un importante puerto comercial y una Ciudad Vieja, que posee un notable conjunto arquitectónico modernista, sólo comparable al de la ciudad de Barcelona. Española desde 1497, ha sido durante años una destacada plaza militar.
Panorámica de Melilla
La parte más antigua de la villa (El Pueblo) fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1953 y estuvo formada en su origen por cuatro ciudadelas comunicadas entre sí por puentes levadizos. Tras sus murallas se esconden multitud de callejuelas que conforman los barrios arcaicos de esta población. En el entorno del puerto se muestra el Ensanche, con un trazado urbano salpicado de fachadas y balcones de inspiración art-decó.
El Pueblo Art-Decó
La llamada ciudad de las cuatro culturas -cristiana, musulmana, hebrea e hindú- es un ejemplo de tolerancia que se refleja en varios de sus más destacados edificios; La Mezquita Central, la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, la sinagoga de Or Zaniah y el Oratorio Hindú. Cuenta en su litoral con maravillosas y extensas playas de arena fina, dónde se puede practicar esquí acuático, windsurf o submarinismo.
Plaza de las Cuatro Culturas
No podemos olvidar su gastronomía, resultado de un cruce entre culturas que permite ofrecer al viajero una cocina extensa y variada, en la que cabe destacar el llamado "Guiso de las cuatro comunidades", elaborado con galletas hebreas, pimientos y zanahorias marroquíes, especias hindúes y lengua de ternera, todo ello acompañado de la bebida típica de la ciudad: té verde con hierbabuena.
Melilla; la hora del adiós
No podíamos tener mejor colofón a este viaje. Desde esta bellísima ciudad, ponemos ya rumbo a la Península, dónde acabará una aventura que comenzó, con un barco pirata, el pasado mes de mayo y que llegará a su final el próximo 29 de junio.
Son tus doradas murallas...
ResponderEliminarde la historia el perfil;
tus palmeras son plegarias,
nimbadas alas al viento,
sueño de horas milenarias
y bandera de un sentir.
A. Cordón